La Lista Roja del Patrimonio Histórico Español

Gracias al programa Comando Actualidad, de La 1 de Radio Televisión Española, emitido en la noche de ayer bajo el título “Patrimonio en Peligro”, muchos televidentes tuvieron la oportunidad de descubrir una situación que, si bien nunca ha copado las portadas de los principales medios de comunicación nacionales, viene siendo reiteradamente denunciada por la Asociación Hispania Nostra, que se constituyó allá por 1976 con motivo del Año del Patrimonio Arquitectónico Europeo. Dicha situación les ha llevado a elaborar una Lista Roja de nuestro Patrimonio Histórico y Cultural.

A lo largo de la grabación, que podéis encontrar al final del artículo, el equipo del programa se traslada a una serie de localidades que albergan diferentes monumentos que comparten un denominador común, que no es otro que el ruinoso estado de sus estructuras. Si bien desconocemos con qué criterio se ha procedido a su selección, abarcar todos los enclaves habría sido imposible, dado que la lista contiene algo más de novecientos monumentos en serio peligro de desaparición. 

Cierto es que la primera causa de este desaguisado se remonta al año 1836, cuando el ministro Juan Álvarez Mendizábal puso en marcha su famosa Desamortización, que permitió en su momento que muchos particulares se hicieran con elementos histórico patrimoniales que, hasta la fecha, habían pertenecido en su mayoría a la Iglesia. Personas, ellas y sus herederos, que con el paso del tiempo se desentenderían del mantenimiento de los mismos, bien por falta de interés, bien por escasez de medios económicos, o por ambas razones.

Lo interesante del asunto, y aquí viene nuestra reflexión, es que muchos de esos edificios históricos que parecen condenados al derrumbe se encuentran en la tan cacareada, últimamente, por parte de nuestros políticos, España Vacía o Vaciada. No vamos a entrar, ahora, en las razones por las cuales una comarca queda despoblada, quizá, en otro artículo lo hagamos, pero, si realmente sus señorías quisieran revitalizar esas localidades y ponerlas en el mapa de la sostenibilidad por la que tanto abogan, lo tendrían muy fácil: Bastaría con gestionar a través de las  respectivas Comunidades Autónomas las ayudas económicas que permitieran volver a poner en valor toda esa parte de nuestra historia que se nos va. 

Tal y como se describe en el reportaje, los importes necesarios para acometer los trabajos de rehabilitación y restauración pertinentes oscilan entre los treinta mil y el millón de euros. Cantidades que no pueden ser aportadas por municipios cuya media de población se sitúa en torno a los treinta habitantes, como mucho, pero que para las administraciones autonómicas y estatal son una nimiedad. El efecto sería doble, al recuperar unos edificios que, más pronto que tarde, sólo permanecerán en el recuerdo de unos pocos, y garantizar la supervivencia de unas poblaciones que podrían reinventarse gracias al Turismo Cultural, un sector que no ha dejado de crecer en los últimos años.

¿Recogerán sus señorías el guante a fin de que la mencionada lista torne en un color más esperanzador? Ese es el deseo de muchos españoles, nuestro, también. Sólo el tiempo lo dirá… 

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Hispania Nostra

El Principio de Economía del Lenguaje

El pasado día 22 de Enero, el director de la Real Academia Española de la Lengua, Don Santiago Muñoz Machado, afirmó la impecabilidad gramatical de la Constitución Española ante la intención del Gobierno de proceder a “retoques estéticos” del texto mediante el denominado “desdoblamiento de género” y en aras a conseguir que también nuestra Carta Magna refleje ese uso “inclusivo” del lenguaje al que nos quieren someter. Una tendencia que, desde hace unos años, políticos, periodistas e incluso algunos docentes vienen recitando como si de un mantra religioso se tratase. Repite algo hasta la saciedad, que seguro que termina por calar, que diría aquel.

Tal es así que, cada vez con más frecuencia, tenemos que soportar aquello de “los españoles y las españolas”, “los trabajadores y las trabajadoras”, “los diputados y las diputadas”, en vez de “los españoles” – ellas y ellos -, “los trabajadores” – ellas y ellos -, “los diputados” – “ellas y ellos”. Pero, no nos extrañemos de que, en una época en la que la Educación está cada vez más manoseada y desprestigiada, en la que la gran cantidad de información a la que podemos acceder está provocando el efecto contrario, el de una ignorancia y un desconocimiento supinos, pensar que alguien llegue a considerar el Principio de Economía del Lenguaje, si es que acaso lo conoce, sea tan utópico como improbable. ¿Y a qué responde este principio? Simplemente, a la idea de que “menos es más”, a la posibilidad de expresar más conceptos con el menor número de palabras posible. Buscar una intencionalidad de carácter machista en el uso de la susodicha norma responde a concepciones tan pueriles como capciosas. Algo que la propia Academia explica muy bien en este enlace.

Puede que los partidarios de este despropósito lingüístico no hayan reparado en que, más allá de dotarla de ese supuesto carácter inclusivo, su propuesta resulta tan excluyente como divisoria, pues, decir “los trabajadores y las trabajadoras” en vez de “los trabajadores” – todos, ellas y ellos -, hace una distinción innecesaria en cuanto al género morfológico y en lo que a los sexos se refiere. Que las lenguas son algo vivo, que evolucionan con el devenir del tiempo en un proceso en el que se acuña tantas palabras nuevas como otras caen en desuso, es innegable. Pero, al mismo tiempo, las normas gramaticales y las reales academias están ahí para garantizar la pervivencia de las mismas. Que una serie de personajillos, con independencia de su color político o de su trasfondo sociocultural, venga a decirnos y a imponernos su visión particular de cómo hemos de usar nuestra lengua, entre otras cuestiones, responde más al “1984” de Orwell que a la concepción de un Estado que se autodenomina “democrático”.

En este espacio, no nos vamos a prestar a ello, ténganlo ustedes por seguro.

 

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