Hesperia

Hesperia. Del Latín Hesperĭus, y éste, del Griego ῾Εσπέριος, Hespérios.

Hesperia es uno de los nombres por los que se conoció a la Península Ibérica, más bien, a una parte de ella, antes que por el latinizado Hispania, al encontrarse aquélla al Oeste del mundo que los griegos conocían, en el Extremo Occidente.

Hesperia
                      Venus orbitando

Hesperia hace referencia al planeta Venus, que ellos llamaban Héspero o Véspero, que podía ser observado en dirección Oeste y durante la puesta de Sol si las condiciones meteorológicas eran propicias. Como Hesperia, bautizaron, también, a la Península Itálica.

Hesperia
                Desplazamiento de Venus sobre la vertical de la Península Ibérica

Iberia, Hesperia, Hispania, términos todos que son prueba de la gran importancia, geoestratégica, sociocultural y comercial de la Península Ibérica en el Mundo Antiguo.

 

Referencias bibliográficas e imágenes:

 

Íbero

Íbero. Del Latín Ibērus, y éste del Griego Ιβηρ, Ιβηρος, Íbēr, Íbēros.

Íbero significa natural de Iberia, individuo perteneciente a alguno de los pueblos que se habían establecido en la Península Ibérica con anterioridad a la llegada de los primeros colonizadores griegos y fenicios. Pueblos que la ocuparon casi en su totalidad, desde la Bahía de Cádiz hasta el Mediodía de la Francia que hoy conocemos, con gran presencia en el Levante peninsular. La sociedad íbera se conformará durante un largo proceso que se inicia en el siglo VIII a.C. y que culminará en torno al año 500 a.C.

Ibero
                       Recreación de la policromía de la Dama de Elche

Dada la imprecisión de la de Heródoto sobre la visita de Kolaiss de Samos a la Península Ibérica, la primera cita fiable es la de Avieno, quien empleará el término iberi para referirse a las tribus indígenas que dominaban la zona del Ebro (para los griegos, Iber, para los romanos, Hiberus), que otros autores como Pomponio Mela, Erastótenes o Estrabón citarán en sus escritos, también.

Los íberos o libioibéricos, como algunos especialistas los denominan, llegaron a ocupar zonas del Norte de África, y se constituyeron en el grupo racial más importante de la Península, lusitanos incluidos, presentando características propias en cada una de las zonas que dominaban. Las dos etnias originales, íberos y celtas, no dieron lugar al pueblo celtíbero, como reza la tradición. Era éste un pueblo autónomo, con su propia identidad, cuyos límites territorriales rebasaban ampliamente los del Ebro, tal y como los romanos constataron a su llegada a la Península a finales del siglo III a.C. y refieren los autores clásicos. Su influencia creciente, unida a la de los colonizadores grecofenicios, sentará las bases de la futura cultura hispánica.

Como lengua prerromana, el Íbero era el idioma que se hablaba en la Península hasta el siglo I d.C. Su adscripción resulta todavía desconocida. Por íbero entendemos, también, todo aquello relativo o perteneciente a la cultura del mismo nombre.

Para saber más de los íberos la bibliografía es muy abundante. Pero si nos permitís la recomendación, os proponemos la obra que en este enlace podéis descargar gratuitamente, titulada “Íberos: Sociedades y Territorios del Occidente Mediterráneo”, de Susana González Reyero, publicado por la prestigiosa editorial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC.

 

Referencias bibliográficas:

  • Diccionario Enciclopédico Espasa, vol. 17, Editorial Espasa – Calpe, Madrid 1992

Imagen:

 

Las Fortalezas y sus Leyendas: El Castillo de San Servando

Fortalezas y leyendas
Panorámica nocturna del Castillo de San Servando

Castilla significa ‘tierra de castillos, de fortalezas’, sus paisajes están sembrados de ellos. Su origen se remonta a los ‘castra’ o castros, las fortificaciones de la antigua Iberia, la Hispania prerromana, que siglos más tarde evolucionarían a ‘castella’ o castillos, y que se convirtieron en centros de poder y de dinamización de la vida de nuestra España Medieval.

Todos tienen su historia, muchos, además, sus leyendas, como testigos inermes y silentes de tantos y tantos acontecimientos que se vivieron tras sus muros y de los que quedaron impregnados para siempre. San Servando es una de esas fortalezas que aúnan ambos mundos, y hoy queremos traeros su historia.

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Goya y los Levantamientos de Mayo de 1808

Goya y el Dos de Mayo
    El Levantamiento del Dos de Mayo en Madrid o La Lucha con los Mamelucos

Dos de las mejores obras de Francisco de Goya y Lucientes, “El Levantamiento del Dos de Mayo de 1808“, y “Los Fusilamientos del Tres de Mayo de 1808“, comparten una misma temática, la de la insurrección de un pueblo, el español, subyugado por un monarca despótico, primeramente, por el invasor francés, más tarde, y las consecuencias más inmediatas que resultarían de todo ello.

Pintadas en 1814, en un intento, quizás, de congraciarse con Fernando VII, ambas obras ilustran el inicio y la deriva de la primera guerra fallida de todas en las que Napoleón Bonaparte se embarcaría por razón de sus ansias expansionistas.

Aquel Dos de Mayo, los habitantes de Madrid tomaron las calles de la ciudad. Pertrechados con estacas y cuchillos, se enfrentaron a las tropas invasoras, a su artillería y a la caballería mameluca de Joachim Murat, noble y militar francés, cuñado de Napoleón, bajo las que caerían masacrados en la misma Puerta del Sol. De madrugada, en las primeras horas del Día Tres, el pelotón de fusilamiento apostado en la montaña de Príncipe Pío completaría la matanza.

En “El Levantamiento del Dos de Mayo de 1808”, Goya procedió a localizar los acontecimientos con el máximo esmero. Es a los pies del edificio de Correos donde transcurre la acción, donde el espectador se convierte en “testigo ocular” de la matanza. En “Los Fusilamientos del Tres de Mayo de 1808”, el maestro pone de manifiesto, de manera eficaz, las contradicciones de la ideología de Bonaparte.

La exposición que hace de las ejecuciones ordenadas por Murat es la otra cara de la moneda de la iconografía davidiana, la brutal y triste realidad que el lustre imperial pretendería difuminar. Y es que, como si de un historiador de la perversidad se tratara, J.L. David dedicaría su obra a la exaltación y a la promoción del poder del Estado Revolucionario Francés. El empeño mostrado por David en poner su talento al servicio del Imperio y la glorificación de una figura, la de Napoleón, que había cernido la guerra sobre Europa, le granjearían no pocas críticas.

Goya y el Tres de Mayo
                                    Los Fusilamientos del Tres de Mayo en Madrid

En “Los Fusilamientos del Tres de Mayo de 1808”, el pintor español logra un ejercicio de composición que resulta tan magistral como dramático. Vemos a los ejecutores dispuestos de perfil, de manera casi anónima, sin mostrar la fisonomía de sus rostros. Frente a ellos, los ajusticiados, que conforman tres grupos. Los que ya han sido fusilados, que yacen inermes sobre charcos de sangre. Los que están a punto de serlo, que representan el grupo más emotivo, realzado por el uso que el maestro Goya hace, sobre todo, de la luz y de la disposición de los personajes. Al fondo, una larga hilera de prisioneros, que espera su turno para enfrentarse indefectiblemente a la muerte, que allí mismo les aguarda.

Y es que la mayor muestra de la resistencia española se produjo a nivel local, por parte del clero y del campesinado. Si bien las Juntas intentarían organizar a los rebeldes, fueron las guerrillas las encargadas de hostigar a los franceses por toda la Península. Una guerra desigual, que acercaría al maestro a la figura de cronista, de reportero de guerra, como decimos ahora, más que a la de historiador. Una guerra que él retrataría, de manera exhaustiva, en la colección de aguafuertes denominada “Los Desastres de la Guerra“, compuesta por tres grupos principales.

Goya, Los Desastres de la Guerra
                                             Desastre Número 44, “Yo, lo vi”

Los dos primeros grupos pertenecen a época napoleónica, con la guerra y la hambruna como protagonistas. El tercero se recrea en el anticlericalismo de los “capuchos“, y pertenece al periodo de la Restauración reaccionaria.

La posición del testigo que contempla tales grabados ha dado lugar a dos interpretaciones contrapuestas. La primera de ellas se fundamenta en lo que Goya había escrito al pie del Desastre número 44, “Yo, lo vi” para asegurar que él mismo lo había visto, lo que le habría permitido elaborar todo un imaginario de la guerra.

La segunda interpretación sostiene que Goya no lo vio, otros instantes del conflicto, si, pero no los que estos grabados nos ofrecen. Para sus partidarios, son la creación personal desde unos acontecimientos que Don Francisco habría tomado como punto de partida. Un testigo, Goya, tan cerca de lo que realmente ocurrió como tan lejos, tan discutible como exento de toda sombra de duda.

Goya y los Levantamientos de Mayo de 1808
          Francisco de Goya y Lucientes (1746 – 1828)

Bibliografía:

Este artículo se ha elaborado a partir de los propios apuntes de su autor, extraídos del epígrafe “En el Primer Imaginario de la Guerra”, perteneciente al capítulo primero de la obra “Los Discursos del Arte Contemporáneo”, de Yayo Aznar Almazán, Miguel Ángel García Hernández y Constanza Nieto Yusta, Editorial Ramón Areces, Madrid 2011   

El Nacimiento del Español

Nacimiento del Español
                                       Ñ, símbolo del Español

Muchos de vosotros os habréis preguntado alguna vez cuántos idiomas se habla en el mundo. Entre lenguas, propiamente dichas, y dialectos, se calcula que más de seis mil. Si reflexionamos por un momento sobre el volumen de lenguas diferentes que tal cifra representa, nos daremos cuenta de inmediato de la importancia y la grandeza del Español, un idioma que es el segundo más hablado y estudiado en todo el globo, el tercero, ya, en cuanto a su uso en la red. Más de cuatrocientos millones lo hablan sólo en Hispanoamérica, y la cifra total alcanza los quinientos millones.

Para los que nos dedicamos a escribir en blogs, o en cualquier medio de alcance internacional, gracias a Internet, básicamente, es toda una suerte poder expresarnos en un idioma que nos posibilita comunicarnos e interactuar con nuestros hermanos americanos, y con habitantes de otras latitudes, sin tener que recurrir al Inglés o a otra lengua foránea. Si en época romana el dominio del Latín era una especie de visado cultural, que permitía a los ciudadanos de entonces moverse libremente a lo largo y ancho del Imperio, lo mismo viene ocurriendo con el Español desde hace cinco siglos. Y es que en muchas partes del mundo se habla nuestra lengua.

Nacimiento del Español
                                                          Hablamos Español

Para este 23 de Abril, Día del Libro y, sobre todo, Día del Idioma Español, hemos querido dedicar un artículo al proceso de su nacimiento, cuyo contenido ha sido firmado por el escritor zamorano y catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, D. Amando de Miguel Rodríguez, autor de más de cien obras, entre las que destacan “Se Habla Español“, “Sancho Panza Lee el Quijote” y “La Lengua Viva: Polémicas Apasionadas sobre el Idioma Español“.

En “Nuestra Lengua”, así se titula el artículo publicado el pasado día 13 de este mismo mes en un medio de información digital, y que reproducimos íntegramente a continuación, de Miguel repasa de forma amena y escueta las transformaciones sufridas por el Latín en tierra vasca hasta llegar a convertirse hoy en día en el idioma común de tantos millones de personas en todo el orbe, el Español. Al tiempo que plantea reivindicaciones argumentadas. Esperando que sea de vuestro agrado, os dejamos ya con su lectura.

NUESTRA LENGUA

Amando de Miguel Rodríguez

13 de Abril de 2017

La capacidad de hablar no es natural; no digamos la de escribir. Son habilidades que la especie humana adquirió penosamente tras muchos milenios de evolución. Si hubieran sido capacidades congénitas, en el mundo no habría ahora más de 6.000 lenguas, sino unas pocas. Fracasó varias veces la utopía de una lengua única.

Las capacidades de hablar y escribir derivan en una lengua cuando se acompañan de una verdadera gramática, esto es, de un sistema sintáctico, aunque no se halle formalizado. La lengua para sus hablantes es propiamente el idioma, es decir, literalmente “nuestra lengua”. No aprendemos y utilizamos el idioma solo para comunicarnos, sino para distinguirnos de los que no lo entienden, los bárbaros, etimológicamente los que parece que balbucean al hablar.

La lenguas se convierten en dominantes cuando compiten ventajosamente con otras y se expanden. “La lengua fue siempre compañera del Imperio”, escribió Nebrija en 1492. No se refería al incipiente Imperio Español sino al Romano. El latín acabó con cientos o miles de lenguas indígenas dentro de los límites del Imperio. De las primitivas lenguas ibéricas solo subsistió el vascuence (que ahora llaman euskera); nadie sabe por qué.

El latín se desmembró conforme se fue disolviendo el Imperio. De ese bajo latín se derivaron lentamente las lenguas romances, desde el rumano al portugués. En Hispania el último romance en aparecer fue el castellano, que logró arrinconar al leonés y al aragonés. La explicación está en que los castellanos surgieron como una cuña muy aguerrida que se hizo con la tarea primordial de dar fin a la Reconquista. Ese ímpetu supuso alejarse del latín más que los otros romances y adquirir muchas palabras arábigas. El castellano se convirtió en español al extenderse por una veintena de países. Solo el inglés ha conseguido una difusión más amplia gracias un doble imperio, el británico y el estadounidense. Para nosotros lo decisivo es esto: la lengua española es hoy la única en la que se pueden entender (y no entender) todos los habitantes de España y de Hispanoamérica. Se incluyen los hispanos o latinos de los Estados Unidos. El conjunto representa unos 500 millones de personas.

La cuña castellana surgió en el cuadrilátero que forman las actuales provincias de Vizcaya, Álava, La Rioja y Burgos. Es sabido que en esa zona se hablaba vascuence. Por eso se ha dicho que el primitivo castellano es realmente el latín hablado por los vascos. En efecto, tanto el vascuence como el castellano se distinguen por una fonética clara, con solo cinco vocales, y algunos sonidos fuertes (la jota, la erre doble, la che).

Una explicación para el mayor ímpetu guerrero de los castellanos y su primacía en la Reconquista es que sus instituciones se alejaron del feudalismo. Se consiguió así una relativa igualdad entre la población hidalga. Sus reyes no se coronaron nunca, sino que juraban los fueros o leyes fundamentales. Todavía sigue vigente esa tradición en la Monarquía española.

Lo que hoy nos concierne es la paradoja de que dentro de España algunos nacionalistas de otras lenguas intenten que el castellano pierda vigencia en sus respectivas regiones, cuando la gana por ahí fuera. No es solo que aumente el número de castellanohablantes en el mundo; lo fundamental es que se expande el núcleo de los que lo aprenden sin tenerlo como lengua materna. La simplicidad fonética (otra vez las cinco vocales) hace que los estudiantes progresen de forma satisfactoria, por lo menos para un nivel elemental. Al revés, a los castellanoparlantes les cuesta mucho aprender otras lenguas con más vocales, que son casi todas las dominantes en el mundo.

Ya se ha dicho muchas veces, pero habrá que insistir. Las lenguas no son propias de comunidades políticas, de territorios, sino de sus hablantes. Si se reconociera ese principio elemental nos evitaríamos muchas luchas lingüísticas, que suelen ser muy enconadas. De ahí que no convenga declarar oficial una lengua en un territorio, como tampoco debe hacerse con una religión. Claro que lo que yo diga no va a misa.

  • Referencias bibliográficas:

libertaddigital.com

muyinteresante.es

Amando de Miguel

  • Imágenes:

lachachara.org

yjrivas.files.wordpress.com

elespanol.com

Hijos del Rayo: Los Barca y el Dominio Cartaginés en Hispania. Recensión de la Obra

Introducción

La obra cuya recensión nos ocupa, que lleva por título Hijos del Rayo. Los Barca y el Dominio Cartaginés en Hispania es un estudio detallado de esa Hispania prerromana tan apasionante como desconocida, no sólo para el gran público, sino, incluso, hasta para la Historiografía misma, que durante muchísimos llegó a obviar una etapa determinante en la evolución de esa futura romanización que, más tarde o más temprano, alcanzaría todos los rincones de la Península Ibérica y que, a buen seguro, habría seguido un itinere muy diferente sin aquellos precedentes.

Si se me permite, considero interesante hacer una pequeña reseña biográfica de su autor, antes de introducirnos de lleno en el tema motivo de este trabajo.

Manuel Bendala Galán, natural de Cádiz, es Catedrático de Arqueología en la Universidad Autónoma de Madrid. En su Facultad de Filosofía y Letras ocupó el cargo de Decano, desde Marzo de 1992 hasta Febrero de 1995. En sus últimos años en activo, previos a su jubilación en el año 2010, el Profesor Bendala Galán fue responsable creativo y director del Máster en Arqueología y Patrimonio durante tres años. Como docente e investigador, Don Manuel ha recibido numerosos títulos y distinciones, entre los que destacan los siguientes:

  • Miembro del Instituto Arqueológico Alemán, desde 1978
  • Académico de la Academia Sevillana de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, desde 1979
  • Académico de número de la Real Academia de Doctores desde 2003
  • Patrono del Museo Arqueológico Nacional, y miembro, durante tres años, de su Comisión Permanente
  • Patrono de la Fundación Pastor de Estudios Clásicos
  • Patrono de la Fundación de Estudios Romanos
  • Doctor Honoris Causa por la Universidad de Huelva en 2014

De su amplia bibliografía podemos destacar estos otros trabajos del autor de “Los Hijos del Rayo”:

Pasemos, pues, tras este breve apunte biográfico, a la recensión de la obra.

Recensión

  • Sinopsis

Tomando como referencia los  textos de numerosos autores de las fuentes clásicas romanas, las únicas que se conservan, el Profesor Bendala Galán nos describe el escenario peninsular previo a la llegada del Imperio Bárquida, su desembarco en nuestra costa mediterránea y cómo, gracias a su implantación plena, Hispania va a ir evolucionando hasta convertirse en una potencia mediterránea que haría tambalear los cimientos de la todopoderosa Roma.

  • Contenido de la obra y cuestiones destacadas

A lo largo de sus 376 páginas, Hijos del Rayo. Los Barca y el Dominio Cartaginés en Hispania se articula en seis bloques o capítulos, cada uno de ellos convenientemente reseñado con numerosas anotaciones a pie de página. Los recursos gráficos y visuales, en forma de mapas y fotografías son, igualmente, abundantes, y el autor ha consultado una extensísima bibliografía que se nos ofrece en sus páginas finales.

El capítulo I, como su propio título indica, nos ofrece un sesgo historiográfico del pueblo púnico que, lamentablemente, se ha mantenido a lo largo de los siglos de nuestra historia y que lo presentaba como una auténtica epidemia a la altura de aquella Peste que asolaría la Europa Medieval.

El siguiente capítulo, el II, corresponde a la crónica política y militar. Se describe los enfrentamientos entre ambas potencias, Cartago y Roma, Roma y Cartago, que se enzarzaron en las famosas Guerras Púnicas, haciendo de Hispania y del Mediterráneo un auténtico tablero de ajedrez. Conoceremos a sus personajes, Amílcar, sus hijos, Asdrúbal, Aníbal, Magón, los leones que buscarán la ruina de Roma. Enfrente, Publio Cornelio Escipión, dos concepciones distintas nacidas de una misma formación, la helenística, de impronta sin igual. En el trasfondo, las cuestiones territoriales, Cerdeña, Sicilia, Sagunto, todo un Casus Belli para una contienda de proporciones épicas y que, a día de hoy, se sigue estudiando con profusión en las academias militares más prestigiosas del mundo.

En el capítulo III, el Profesor Bendala nos hace una descripción del escenario hispano peninsular antes de la llegada de los Barca, planteándose la pregunta de los posibles vínculos entre Cartago e Hispania en fechas anteriores al desembarco cartaginés. Cartago fue fundada por navegantes fenicios, de Tiro, un pueblo tan viajero como comerciante. Imbuidos de ese mismo espíritu, las incursiones cartaginesas por todo el Mediterráneo fueron numerosas, Ibiza, Cerdeña, Sicilia, antes de que los Barca pusieran sus pies en la Península Ibérica, que ya contaba con numerosas colonias, fenicias y griegas, y con una presencia púnica y norteafricana nada desdeñable. Los Barca refundarían algunos de esos emplazamientos, en un proceso de expansión en el que el papel de Ibusim, Ibiza, resulta fundamental considerar y revisar.

Los Barca tenían en mente un gran proyecto político para Hispania, que no era otro que el de convertirla en una potencia independiente de Cartago y de subyugar a Roma en la pugna por el control del Mediterráneo, tal y como se describe en el capítulo IV. Como hemos apuntado, refundaron antiguos enclaves y levantaron otros nuevos, siguiendo una política de tinte helenístico, tal era la admiración que profesaba por Alejandro el Grande. Los Barca se sentían reyes hispanos, llegando a desposarse con princesas autóctonas, caso de Imilce, que casará con Aníbal. La identificación de Aníbal con el pueblo y la admiración que éste sentía por su rey, no tiene parangón, incluso en las peores circunstancias lucharon por él hasta la muerte, asimilando e interiorizando profundamente el concepto de fides, de devotio, una admiración de tinte cuasi divino, que la producción monetal y las necrópolis se encargaron de atestiguar. La ingeniería militar convertía casi en imbatibles a las tropas cartaginesas, en las que tanto los guerreros hispanos como los elefantes se emplazaban en la vanguardia de sus ejércitos.

Es el capítulo V el de las fundaciones y refundaciones, y de los problemas que plantean, de ubicación, básicamente, como ocurre con Ákra Leuké, que podría corresponder a Carmo, actual Carmona, en Sevilla, como posible refuerzo de la Baja Andalucía. La importancia estratégica de Qart Hadasht, bastión natural, sin parangón en toda Hispania, ciudad tocada por los dioses, a los que se veneraba en los diferentes templos erigidos sobre sus colinas.

Y de la organización territorial bárquida, dividida en tres áreas de influencia, Baja y Alta Andalucía y Levante, sabiendo sacar estos reyes púnicos partido de todos los recursos naturales, agropecuarios, pesqueros, metalúrgicos, comerciando con ellos, y aprovechando las nuevas vías de comunicación que los ríos navegables, como el Guadalquivir, les ofrecían. Sus torres de vigilancia mantenían el control de las fronteras, haciendo uso del fuego para advertir de los peligros inmediatos.

Se presta especial atención a la producción monetal, pues es la Numismática, junto con la Epigrafía, un recurso arqueológico fundamental.

Finalmente, en el capítulo VI y último de la obra, Bendala Galán desmitifica lo que se ha venido en llamar “romanización”, un proceso que ha sido, a menudo, presentado como abrupto y traumático, cuando la realidad es bien distinta. La transición entre la Hispania Púnica y la Hispania Romana discurrió de forma gradual y bajo políticas de continuidad y de asimilación del sustrato político, económico y social precedente, y no de su aniquilación. La cultura púnica sobrevivirá bajo la denominación “neopúnica” hasta el siglo IV d.C., en Numidia y en Hipona, como atestigua San Agustín en sus crónicas.

  • Aportaciones novedosas y crítica personal

Con independencia de la época en que se pretenda profundizar, se ha convertido la Arqueología en una actividad auténticamente multidisciplinar, que se nutre de diferentes especialidades y que se ve permanentemente socorrida por los avances tecnológicos, fundamentalmente electrónicos e informáticos, haciendo posible la reconstrucción de episodios históricos cuando no disponemos de fuente alguna, o es ésta parcial o incompleta. Episodios como los que en este libro se reconstruyen. El Profesor Belande pone en contraste las informaciones, algunas de ellas, vividas en persona, por los grandes historiadores latinos, Polibio, Tito Livio, Diodoro Sículo, con los recursos aportados por la Numismática, la Epigrafía, la Geografía y la Geología, la Biología, ciencias, todas, auxiliares de la Arqueología. Reforzadas, como hemos apuntado, con recursos tecnológicos.

El  autor se sirve de su acervo y de las investigaciones más recientes para ofrecernos una reconstrucción histórica que, como él mismo reconoce, habría resultado del todo imposible hasta hace, solamente, treinta años. Y ello implica haber revisado una historiografía inmovilista, anclada en el pasado y que ha dado por válida una tesis que este trabajo ha demostrado como del todo desacertada. Una actitud tan arriesgada como valiente.

En mi opinión, la gran aportación, entre otras, de Hijos del Rayo. Los Barca y el Dominio Cartaginés en Hispania” es la de romper con un estereotipo de siglos para presentar a los príncipes bárquidas como verdaderos hombres de Estado. Líderes, más allá de las estrategias militares, formados en la cultura helena y con un referente común como es Alejandro el Grande. Se insiste en este extremo a lo largo de todas sus páginas, y a buen seguro que Don Manuel se habrá preguntado en más de una ocasión, como hace un servidor en este mismo momento, que habría sido de Hispania si los derroteros de sus gobernantes no se hubiesen regido por esa concepción helenística tan arraigada en la mente de los Barca.

Siendo como es una obra de divulgación, su lectura se hace amena, gracias a una prosa fluida, que consigue que parezca que estamos sumergidos, más bien, en una novela de corte histórico antes que en un trabajo de investigación. Y contando con algunos pasajes que a los profanos en la materia pueden resultar farragosos y repetitivos.

Trabajo de Grado correspondiente a la asignatura “Historia Antigua de la Península Ibérica I”, Universidad Nacional de Educación a Distancia, en el presente Curso 2016-17.

  • Imágenes:

amazon.es

Fundación Juan March

Once de Marzo de 2004

Cyrille Martin foto por Irene Ortega
                                           Cyrille Martin en una foto de Irene Ortega

Se cumple hoy trece años de los atentados que aquél fatídico día se llevaron por delante la vida de 192 personas y que dejarían más de 1.800 heridos y mutilados, física y psicológicamente. El Once de Marzo de 2004 marcaría un antes y un después en la historia más reciente de nuestro país, de la que ya forman, tristemente, parte. Tras todo este tiempo y más allá de la verdad “oficial”, se sigue manteniendo un interés más que manifiesto en pasar página y en entorpecer todo intento de esclarecer unos hechos de los que prácticamente nada sabemos.  Sigue leyendo Once de Marzo de 2004

Libro de la Semana de la Última Semana del Año

2016, en el que hemos conmemorado el IV Centenario de la muerte del Maestro Cervantes, está casi a punto de finalizar, y es por ello que queremos que nuestra lectura recomendada para esta, su última semana, no sea otra que “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha“, en una edición especial a cargo de Alberto Beclua y Andrés Pozo, que contiene unas cincuenta ilustraciones de otras tantas que ya habían sido publicadas en épocas anteriores y en países diferentes, si bien es sabido que el alcance de esta obra es auténticamente universal y que a muchos otros se circunscribe.

                                Don Quijote y Sancho Panza, litografía de Gustave Doré

Y ya que hablamos de ediciones de El Quijote, os recomendamos visitar, también, una estupenda recopilación llevada a cabo por la Biblioteca Nacional de España, que recoge tanto las de carácter nacional como internacional, y a la que podéis acceder pinchando aquí

Es con nuestros mejores deseos que a todos os decimos ¡Feliz Año 2017!

LPDLA

Imagen de cabecera tomada de:

Bibliotecas Escolares de Aragón

Doce de Octubre: Historias Repetidas, Leyendas Revividas

Colón
                                                         Colón llega a las Indias

Como ya viene siendo habitual, la efemérides del Doce de Octubre, Día de la Hispanidad y, por ende, Fiesta Nacional Española, volvió a ser cuestionada por una serie de personajes públicos, la mayoría de ellos perteneciente al mundo de la política o de la farándula, aunque no de forma exclusiva, repitiendo el consabido argumentario y con el supuesto propósito de sacar rédito personal o de llamar la atención.  Sigue leyendo Doce de Octubre: Historias Repetidas, Leyendas Revividas

“El Quijote como Revulsivo”

A tres días vista de la celebración del IV Centenario de la Muerte de D. Miguel de Cervantes Saavedra, quiero compartir con todos vosotros el artículo titulado “El Quijote como Revulsivo”, cuyo autor es Gonzalo Rodríguez García, doctor en Historia por la Universidad de Castilla – La Mancha, artífice, además, de La Forja y la Espada, un espacio muy interesante sobre la Cultura Celtíbera, y a quien agradezco desde aquí su amabilidad y disposición.

La de Gonzalo no es una aproximación al uso a esta obra universal, es otra, mucho más profunda y meditada, y su lectura atenta merece la pena. Él se suma, también, a la corriente de opinión que no deja de reivindicar la necesidad de leer y, ¿por qué no?, estudiar “El Famoso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” en las escuelas, una obra que debería ser pieza fundamental de cualquier plan de estudios que se precie.  Sigue leyendo “El Quijote como Revulsivo”